Ya he utilizado en otras ocasiones un artículo de Tomás Marco en
el que se quejaba de que todos los músicos profesionales que
logramos formar en los Conservatorios son tan homogéneos que es
difícil diferenciar el sonido de las orquestas sinfónicas de todo
el mundo. Esto permite asegurar que la palabra diversidad no es algo
que guste mucho en los Conservatorios.
Sin embargo, es de los lugares que, sin tener una preparación
específica para atender a la hetereogeneidad de un grupo se puede
lograr adaptarse a las expectativas, niveles o aptitudes de cada
alumno/a por el simple hecho que la mayoría de las clases son de
carácter individual: un/a profesor/a - un/a alumno/a.
Todo ello se complica cuando tenemos en el aula alumnado
hetereogéneo, en el que cada uno/a necesita una formación diversa
compartiendo tiempo y espacio. En esa situación se sienten
legitimados para afirmar tajantemente que es imposible dar clase de
instrumento con un grupo de tres niños y niñas hetereogéneo; y de
ahí se desemboca en la defensa de la clase individual como el único
modelo válido en la enseñanza musical, ya que es el que se ha usado toda
la vida.
Sin embargo, cada vez me doy cuenta que existe un camino trazado
por el mejor profesorado que hay en nuestras aulas que comienza en la
defensa de lo individual (1:1) para posteriormente pasar a la
aceptación de la clase colectiva 3:1 en los primeros años, siempre
y cuando se trate de alumnado homogéneo. Después comienzan a no
querer perder los beneficios de la clase colectiva y lo van ampliando
a cursos posteriores. El inconveniente de convivir con niveles hetereogéneos se superan con cambios en la metodología
utilizada en los últimos siglos. Y
así avanzan explorando nuevas fórmulas que terminan desembocando en
clase abiertas, sin horarios fijos, con alumnado de diferentes cursos
tocando juntos, con aprendizaje cooperativo y con unos resultados (si
el servicio de inspección no lo detecta) espectaculares.
Para seguir esta especie de "camino hacia la iluminación"
es recomendable tener en cuenta los siguientes principios:
1. Es antinatural encerrar en una habitación a un niño/a de 8
años con un señor/a mayor para dar clase; a los niño/as les gusta
estar con los de su edad, la motivación para asistir a clase no
suele ser el profesor/a sino sus compañero/as.
2. Hacer grupo es fundamental para crear una identificación con
el instrumento o con la actividad; si el alumnado se siente
identificado con ello podrá superar las múltiples crisis que tendrá
a lo largo de sus estudios, ya que el instrumento vendrá asociado a
una serie de valores positivos que no querrá abandonar: su grupo de
amigo/as, el ambiente del aula, las actividades que desarrollen,
etc...
3. El profesorado de instrumento tiene el oído suficiente
como
para escuchar quién está haciéndolo bien y quién no en una
interpretación al unísono o a diferentes voces. Existen técnicas para que también el alumnado se de
cuenta de qué hace bien y qué puede mejorar sin necesidad de
someterlo a una ejecución en solitario cuando aún no está cómodo en esta situación. A un profesional (al menos
del viento y percusión) le parece normal que un director le haga
tocar un pasaje sólo y le de indicaciones sobre su ejecución, sin
embargo, esta situación para un alumno/a puede ser el principio de
la escalera que termina en el miedo escénico. Ese " a ver, tú solo" no
es tan inofensivo como pensamos, al menos hasta que logremos crear un
clima de confianza en el que el error no es más que una parte del
aprendizaje.
4. No todas las voces para conjuntos del mismo instrumento tienen
el mismo nivel de dificultad, y en caso de tenerlo, para eso están
los editores de partituras, para hacer arreglos a la medida del nivel
de quien va a tocar cada voz; así, alumnado de diferentes niveles
puede estar tocando una misma obra.
5. Si tengo 4 alumno/as de un mismo curso o nivel a quien debo
hacer una explicación sobre algún aspecto técnico, es mejor
reunir a todo ese alumnado y hacerlo una sola vez, liberando tiempo
para otros aspectos que tenga que hacer de manera individual.
6. No hay que subestimar las posibilidades del aprendizaje
cooperativo. En determinados instrumentos es importante que el
alumnado tenga una referencia de afinación, calidad de sonido,
potencia, etc.. de alguien de mayor nivel, normalmente es el/la
profesor/a, pero pueden ser también los compañero/as.
Tengo recuerdos muy diferentes de las clases en las que mi
profesor se sentaba en el aula y me pedía que iniciara la ejecución
de lo que había estudiado, yo iba percibiendo su desaprobación por
las cosas que estaba haciendo mal y rezaba para que lo antes posible
cortara la ejecución y comenzáramos a trabajar pasajes donde
estaban los problemas; el recuerdo no es grato. Sin embargo, recuerdo
los cursillos con mi maestro Menghini, con las clases llenas, una
tocando una sonata, otro haciendo el bajo continuo, varios haciendo
cañas y el maestro corrigiéndonos a todos y cada uno de nosotros en
positivo...Ahora con el tiempo me doy cuenta de que, si no fuera por
la suerte de haber disfrutado mucho del segundo modelo seguramente
hubiera terminado abandonando los estudios musicales.
En este blog el Departamento de Atención a la Diversidad del CPM Francisco Guerrero pretende generar información útil que pueda servir como orientación a los docentes de conservatorios, focalizando la atención en nuestro centro. Dejaremos recursos, enlaces a otros espacios de interés, vídeos, legislación, etc. Igualmente, intentaremos vincular la atención a la diversidad con nuevos enfoques de la metodología docente.
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