Esta mañana, profesorado de este
departamento hemos asistido a una charla sobre Atención a la
Diversidad organizado por el CEP de Sevilla. Seguramente, nuestro
jefe de Departamento hará una reseña exhaustiva aportando lo más
importante de la Jornada, así que yo puedo dedicarme a divagar y
permitirme el lujo de dar únicamente mis opiniones personales.
La educación tradicional es útil
únicamente para la parte media de la famosa campana de Gauss del
rendimiento académico y no se sabe qué hacer con los que llegan
antes de tiempo y con los rezagados, porque ambos son un problema. En
los Conservatorios también trabajamos bastante bien el fomento de
esa media homogénea e impersonal. Así, como decía Joaquín Farias: nuestra máxima aspiración es que nuestro alumnado logre tocar bien
la música compuesta por unas personas llenas de etiquetas y
trastornos a los que seguramente no hubiéramos dejado entrar en
nuestros Conservatorios.
Me ha entristecido mucho ver que la
cruda realidad nos ha obligado a dedicar tanto tiempo a disertar
sobre toda la burocracia procedimental, las normas de protección de
datos; sobre las posibles reclamaciones en segunda instancia y la
obligatoriedad o no de contar con un dictamen para establecer una
adaptación curricular no significativa. No digo que no sea
importante, que seguramente lo es, sobretodo porque, por desgracia,
cada vez nos intentan convencer más de que ésto es lo importante; y
era una pena ver esta mañana a tanto profesorado y personas expertas con talento que
no pueden desarrollarlo por culpa del Sistema. Las olas gigantes de
la burocracia educativa nos han dado tales revolcones que ya no
sabemos en qué dirección nadar para volver a la superficie... por
eso es especialmente esperanzador oír aisladamente frases que son
como rayos de luz solar que se sumergen colándose entre la espuma de
las olas.
Hay una educación mejor, que muchos ya
conocen, e incluso algunos practican. Una educación que se basa en
que cada uno es diferente, a uno se le da mejor la memoria, otra
tiene más constancia, otro tiene mejor oído, otra lee mejor a
primera vista, otro es ciego, otro tiene las manos pequeñas para ese
instrumento, a otra le gusta Lady Gaga, otro tiene un título que le
ha puesto algún experto y que se llama TDAH, otra prefiere la música
de Semana Santa, otro ha llegado porque su padre siempre quiso ser
músico y le quedó la espina clavada, otra quería tocar la guitarra
eléctrica, pero le han dado fagot, otro...y nosotros tenemos dos
opciones: formarlos en fila de a dos y enseñarles a llevar el ritmo
de manera homogénea intentando que, a la larga todos toquen casi tan
bien como yo los 40 estudios, 24 escalas, 15 conciertos y sonatas del
repertorio, distribuyendo los suspensos adecuadamente para poner a
cada uno en su sitio; o bien disfrutar de esa diversidad, potenciar
las cualidades de cada uno y buscar la manera de que cada uno de
ellos pueda ser él o ella misma con su instrumento. Embarcar el
pequeño grupo en una aventura sin un rumbo fijo pero consciente de
que al final se llegará a buen puerto. Hacer de cada una de esas
personas únicas un músico único. Cumplir prudentemente los
objetivos del BOJA, pero con la tranquilidad de saber que hasta
dentro de cuatro años tenemos tiempo para modelarlos o, mejor para
dejarnos sorprender por su capacidad. Y mientras tanto, sentir el
privilegio de ser las personas que les ponemos un instrumento musical
entre las manos por primera vez en la vida a tantos niños y niñas,
e influir de una manera modesta para que sean más felices y mejores
personas; y emocionarte igual cuando lees tu nombre en el currículo
de una antigua alumna en un programa de concierto de un Auditorio
como cuando ves a una niña que en septiembre no sabía lo que era
ese instrumento y hoy, tres meses después, ha cosechado el primer
aplauso por compartir su música.
No puedo más que enviar un abrazo al autor del artículo por haberme leído el pensamiento. Sentir con mis alumnos desde pequeños hasta mayores como evolucionan cada uno a su manera en el arte musical y como disfrutan y les cambia la vida la música es lo que me hace pasar por encima del tsunami burocrático y la ceguera aprendida y remachada a fuego en tanta gente.
ResponderEliminarUn abrazo, hermano.
Enhorabuena.
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